A veces la vida te mira y te desafía,
pretende que mueras de euforia,
que rías.
Siendo siempre más original
y más loca que tú,
saca de quicio a los amantes de lo seguro,
premia a aquellos que la toman sin peros,
odia lo planificado,
le divierte el desconsuelo.
A veces hace del mundo algo pequeño,
y de las cosas imposibles
casualidades
que echaríamos de menos.
Le gusta hacerte pensar,
hacerte superar metas y miedos.
Le gusta, a veces, dejarte atrás,
hacerte reaccionar ante el horror
que sientes cuando todos tus castillos
caen al suelo.
Y si la provocas,
te envía directa a un desierto
con los ojos vendados
y sin camello,
donde sólo hay salida
si la creas,
donde sólo estás tú.
Si te eliges a ti mismo
como verdadero compañero,
no existe la soledad
entre los abismos de tus miedos;
los monstruos se esconden
al oir el aullido que surge
de las profundidades
de un ser sincero.
pretende que mueras de euforia,
que rías.
Siendo siempre más original
y más loca que tú,
saca de quicio a los amantes de lo seguro,
premia a aquellos que la toman sin peros,
odia lo planificado,
le divierte el desconsuelo.
A veces hace del mundo algo pequeño,
y de las cosas imposibles
casualidades
que echaríamos de menos.
Le gusta hacerte pensar,
hacerte superar metas y miedos.
Le gusta, a veces, dejarte atrás,
hacerte reaccionar ante el horror
que sientes cuando todos tus castillos
caen al suelo.
Y si la provocas,
te envía directa a un desierto
con los ojos vendados
y sin camello,
donde sólo hay salida
si la creas,
donde sólo estás tú.
Si te eliges a ti mismo
como verdadero compañero,
no existe la soledad
entre los abismos de tus miedos;
los monstruos se esconden
al oir el aullido que surge
de las profundidades
de un ser sincero.