10 mayo 2016

Más o menos herida
por mi ego,
de nuevo.
Más o menos incapaz de creerme,
de crearme,
de lavarme la cara de un maquillaje roído,
imposible de abandonar el salón
del baile de máscaras,
imposible de ser yo.

Buscarme en lo más absurdo,
saberme perdida,
imaginarme vestida
con el disfraz tan usado
y que tanto me sorprende,
por infinita vez luchando
esta batalla absurda,
por infinita vez fingiendo
que aprendo,
que me sé guiar.

¿De qué me sirve dejarme llevar
por la noche?
Si la verdad, deformada,
se vuelve cerca del abismo
en una realidad tan dorada
que rehusa tirarse del mismo.

¿De qué me sirve cerrar los ojos
antes de caer en picado?
Estoy herida porque
me duelen las alas,
y a ellas les cuesta el recuerdo
de lo alto que me hacen volar.

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