La infinita libertad me atrae y me aterra, me hunde y me eleva, me hace vivir los sueños, soñar despierta.
Igual que las arañas las horas quietas tejen cadenas, y los días y semanas entierran las llaves de la verdad, quedándose los cerrojos oxidados, quedándose los ojos olvidados dónde ni las lágrimas llegan.
Cada vez más yo, cada vez salto más alto al perder el miedo, y eso me hace temer cada vez más una caída deprisa, en silencio, sin remedio.
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