Tras la tormenta la calma, la lluvia con olor a nada, mi alma tranquila, mojada, con ganas de dejarse llevar, sin prisa, por la corriente que emana de una vida lejana.
Los sueños antes tan reales ahora se apagan, dejando paso a unos segundos que corren tranquilos, cierro los ojos y hago el muerto sobre el mar de los mil caminos.
Y ahora sí que sé que esta soy yo.
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