27 marzo 2011

Las chimeneas no son fábricas de nubes

Lloro porque las chimeneas no son fábricas de nubes, y porque el espejismo que entreveo en el asfalto no es agua.

Lloro porque hace mucho que no estoy sola, y a la vez lo estoy tanto. Lloro porque todo lo que siento ya lo he sentido, porque ya lo ha sentido mucha gente.

Lloro porque no sé por donde empezar, ni por donde terminar. Lloro por mi grito ahogado en el silencio de Barcelona.

Lloro de nuevo por la rutina del transbordo, por la misma sensación cada día, por sinónimos movimientos diferentes, por la vaguedad de unos besos que ni siquiera quiero.

Lloro por la contaminación de los sentimientos, lloro porque no tiene la culpa nadie, porque la tenemos todos. Y vuelvo a llorar porque vuelve a ser lo mismo, porque sigo queriendo volar.

Lloro porque no me salen las lágrimas, lloro porque me ahogo de miedo y de pena. Lloro por suspiros y llantos que no significan nada.

Y sí, si quieres también puedo decir que lloro por ti, porque sé que te necesito a mi lado, porque necesito tus palabras y la gula me pide tu abrazo.

Lloro porque no soy suficiente para entender todo lo que quiero. Lloro porque tú, que lo eres, también estás llorando.

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