19 enero 2016

Abrazando a la locura

No hay momento triste sino canción mal puesta.

Me gusta como se saborea la locura, siempre presente, siempre inconscientemente en mí. Saluda desde lo alto al sicario de la duda, enerva a la rutina, empuña al destino, desafía al sol.

Me gusta dejarme llevar por su río, no siempre hacia abajo, a veces vacío. Me sorprende como me observa escalando sus muros, sonríe porque sabe que no la quiero dejar, ¿qué haría yo sin ella? Y me atrapa segura, sabiendo que me encantan sus viajes, sus vuelos nocturnos, sus lluvias de Abril.

Volamos sobre los surrealistas campos del quizás, divagamos sobre lo que no existe, libramos batallas filosóficas contra lo que no importa, ganando con nuestras espadas de madera a gigantes sin tesoro que buscan arrebatarnos la libertad.

Qué bonita coincidencia, ella en mí, y yo en ella. Qué agradable momento cuando creo que todo va mal, ella despliega sus alas, me abraza y despega, y yo la abrazo entre risas con los ojos cerrados. Viendo que ninguna cosa importa me duermo, nada de lo que me preocupa permanece, nada de lo que me irrita esta ya.

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