30 noviembre 2010

Y se vuelven locos gritando que el PSC les oprime, que les roba lo que es suyo. Y les encanta gritar independencia y menospreciar a las demás comunidades porque dicen que les roban su riqueza. Y, mientras tanto, ellos no trabajan nada y lo tienen todo. Mientras tanto, su cuna sigue hecha de oro, pero no lo ven.

Porque podrían tener más.

No estoy en contra de la independencia, estoy harta de los nacionalismos. Estoy harta de los pensamientos que llaman de izquierdas y que son lo más autoritario que existe.

Y también estoy harta del socialismo actual. Estoy harta de todos los partidos políticos, de todas las ideologías políticas llevadas a su extremo, a su degeneración.

"Nos roban nuestra riqueza", me hace gracia. Mi padre trabaja más en un verano que lo que ellos van a trabajar en toda su vida, pero les robamos su riqueza. Y sus bolsillos no son más que pozos sin fondo que nunca se llenan, porque sus bolsillos se convirtieron de pequeños en la representación material de la avaricia.

No me gusta discutir. Y me callo y me desahogo aquí porque no me gusta discutir. Pero me oprime el alma. Pensar que hay gente que con todo lo que tenemos realmente piensa que nos están robando. Lo peor de todo es que no creen que los que nos roban son los que más mandan, sino los que menos tienen.

Sé que yo tampoco soy víctima, soy consciente de que a mí nunca me ha faltado de nada, pero creo que no soy tan avariciosa como para votar a un partido que no me representa pero me beneficia.

28 noviembre 2010

(y después de tantos años, aun sigo rallándome cuando voy a volverle a ver)

Ojalá ningún sentimiento estuviese socialmente ligado con un compromiso. Ojalá pudiera decirle lo que siento sin que eso significara para él más de lo que significa para mí. Ojalá un te quiero no sonase a un "te necesito" o a un "quiero estar contigo"...

Ojalá te quiero significase sólo te quiero.

26 noviembre 2010

Creo que es la globalización la que me hace sentirme pequeña e impotente

...

(me encanta sacarme mierda de encima y echársela al sistema, como si no fuera yo culpable de él...)

22 noviembre 2010

Risas ajenas

El otro día iba en el metro bastante cabreada, era uno de esos días en los que te da igual lo que te digan, que sólo existes tú y tu cabreo sin sentido, que sabes que es sin sentido, pero que te da igual. Cuando de repente entró un hombre riéndose, bueno, sonriendo, de esto que te ries e intentas disimularlo.

Me entraron ganas de reírme. Me dio tanta rabia... En serio, yo quería estar cabreada, y a ese hombre parecía que sólo le importara lo divertido que es todo bajo tierra. Menos mal que enseguida se quedó dormido, pero mi estado de ánimo sin sentido había quedado ya seducido por la risa sin sentido y me dejé llevar... fue divertido, como siempre que observas en el metro.

Y hoy me ha tocado a mí ser la loca que se ríe e irrumpe el tranquilo absortismo que empapa a todo viajante subterráneo.

Navegábamos por la línea 1 cuando, de repente,ha aparecido un chico con una armadura y una lanza. Que voy a decir, ha sido gracioso. Lo que pasa es que por alguna razón si estás con gente no te importa reírte.

El problema es que una vez en mi natural línea 3, me he acordado y me he puesto a reír. Se me han vuelto a mirar raro, como el día de las canciones del Papa, aunque esta vez el motivo no estaba claro... Me han entrado ganas de gritarles "Un tio con una armadura, joder! Me río por eso!"

Pero he pensado que el remedio sería peor que le enfermedad. Así que he seguido riéndome con la cabeza agachada.

...

¿Habré librado a alguien de un cabreo pasajero y sin sentido?

19 noviembre 2010

revolución

Revolución… que palabra tan fantástica, tan bipolar.

Revolución industrial, revolución social, revolución cultural, educativa, científica, individualista, económica… revolución francesa, revolución rusa, revolución de terciopelo, revolución de los claveles…

La misma palabra puede llevar a dos extremos totalmente diferentes. La misma palabra puede hundir o levantar.

Para hacerlo bien primero hay que perder el miedo, luego evolucionar y después, ya, si eso, re-evolucionar.

18 noviembre 2010

La rueda que es la rutina de lo constante y de lo inconstante

Y si nos paramos a pensar todo es igual. Las mismas casas, la misma gente, la misma rueda que es la rutina de lo constante y de lo inconstante. Las mismas guerras. La misma gente estática, la misma sociedad estática y continuamente en vela. Son los mismos cuerpos vagando sin alma por el transbordo de plaza Cataluña.

El mismo cuerpo sin alma que se mira en el espejo jurándose a si mismo su alma. Es el mismo cuerpo que envejece buscando soluciones a problemas que el mismo crea, a jeroglíficos y rompecabezas que le mantienen distraído mientras está sentado en la rueda, que es la rutina de lo constante y de lo inconstante. La misma rueda que no es rueda y que no gira. El mismo circulo que es un punto de una sola dimensión que es la vida.

Pero no se grita porque el grito no es constante ni es inconstante. Porque el grito no está dentro de la rueda. Porque un grito querría decir un nuevo dilema, una asimilación de lo inasimilable, un vistazo lejos del espejo de lo físico. Un grito sería una conducta agresiva a esa rueda que es la rutina. Un grito crearía una nueva dimensión irrenunciable del que grite.

Sólo un grito.

Pero ni siquiera se murmura porque no es diferente sino imposible. Lo diferente existe. Luchamos por ser diferentes, por sentirnos diferentes, distantes de lo que nos rodea. Pero aun así necesitamos estar aferrados al mundo, que sí que gira.

Lo inmaterial molesta. Lo inmaterial duele porque lo sentimos inalcanzable e imposible. Todo lo inmaterial es una carrera sin meta, es una proposición infinita sin sentido, sin principio ni final. Lo inmaterial es un campo recién nevado y virgen en el que sólo los locos pueden entrar.

06 noviembre 2010

Surrealismo subterráneo capítulo 1 (porque seguro que habrá más capítulos)

Imagínate que estás en el metro, tan tranquilamente. Es uno de esos momentos en los que todo es tan normal que te permite estar absorto en tus pensamientos.

De repente llegas a la parada de la Vall d'hebron, y ves como sube una mujer tocando la guitarra. "Zas, otra mujer pidiendo"- piensas. Y cuando estás a punto de comenzar uno de esos pensamientos filosóficos sobre lo mal que está el mundo, aparecen ellas. Ellas son 15 niñas de 15 años (sólo daría más mal rollo si fuesen 666 niñas -o no tan niñas- de 666 años) cantando.

Y ahí empieza el espectáculo, todas cantando canciones, emmm, llamémoslas eclesiásticas. Tú bajas el volumen de la música que estás escuchando para poner más atención a la "obra del señor" en su máximo apogeo.

Las puertas de Penitents se abren. Las niñas se callan. La guitarra deja de tocar. Las puertas de Penitents se cierran...

Suena la música de nuevo, las niñas entonan:

"Bienvenido, bienvenido, benedicto dieciséis"

...

al unísono

...

Tú te empiezas a reír. Las niñas te miran. Empiezas a llorar de la risa. La mujer de la guitarra te mira. Vallcarca no llega. Te levantas.

Llega Vallcarca. Sales.

El mundo está fatal.

03 noviembre 2010






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Estática, contínua, como por inercia me muevo. Te busco, te encuentro, te miro, te deseo. Me ignoras, me enfado, me aburro, me quedo. Y tú sigues andando mientras yo me alejo.

Estaré aquí, esperando, creo que por mucho tiempo. Creo que esperaré hasta que tu rastro desapareza y yo, de nuevo, llore la ausencia de algo siempre ajeno.

Pero mientras mi alma cae inerte al suelo, que es cada vez que te veo, la tuya no se inmuta y, como una nube de vapor etéreo, se desvanece mi mundo vago y mudo, te pierdo.

Da igual, rien mis fuerzas. Da igual. Porque el baile de la vida siempre cambia de compás. Y de las esperanzas e ilusiones, ¿quién sabe qué será?