22 noviembre 2010

Risas ajenas

El otro día iba en el metro bastante cabreada, era uno de esos días en los que te da igual lo que te digan, que sólo existes tú y tu cabreo sin sentido, que sabes que es sin sentido, pero que te da igual. Cuando de repente entró un hombre riéndose, bueno, sonriendo, de esto que te ries e intentas disimularlo.

Me entraron ganas de reírme. Me dio tanta rabia... En serio, yo quería estar cabreada, y a ese hombre parecía que sólo le importara lo divertido que es todo bajo tierra. Menos mal que enseguida se quedó dormido, pero mi estado de ánimo sin sentido había quedado ya seducido por la risa sin sentido y me dejé llevar... fue divertido, como siempre que observas en el metro.

Y hoy me ha tocado a mí ser la loca que se ríe e irrumpe el tranquilo absortismo que empapa a todo viajante subterráneo.

Navegábamos por la línea 1 cuando, de repente,ha aparecido un chico con una armadura y una lanza. Que voy a decir, ha sido gracioso. Lo que pasa es que por alguna razón si estás con gente no te importa reírte.

El problema es que una vez en mi natural línea 3, me he acordado y me he puesto a reír. Se me han vuelto a mirar raro, como el día de las canciones del Papa, aunque esta vez el motivo no estaba claro... Me han entrado ganas de gritarles "Un tio con una armadura, joder! Me río por eso!"

Pero he pensado que el remedio sería peor que le enfermedad. Así que he seguido riéndome con la cabeza agachada.

...

¿Habré librado a alguien de un cabreo pasajero y sin sentido?

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