De repente llegas a la parada de la Vall d'hebron, y ves como sube una mujer tocando la guitarra. "Zas, otra mujer pidiendo"- piensas. Y cuando estás a punto de comenzar uno de esos pensamientos filosóficos sobre lo mal que está el mundo, aparecen ellas. Ellas son 15 niñas de 15 años (sólo daría más mal rollo si fuesen 666 niñas -o no tan niñas- de 666 años) cantando.
Y ahí empieza el espectáculo, todas cantando canciones, emmm, llamémoslas eclesiásticas. Tú bajas el volumen de la música que estás escuchando para poner más atención a la "obra del señor" en su máximo apogeo.
Las puertas de Penitents se abren. Las niñas se callan. La guitarra deja de tocar. Las puertas de Penitents se cierran...
Suena la música de nuevo, las niñas entonan:
"Bienvenido, bienvenido, benedicto dieciséis"
...
al unísono
...
Tú te empiezas a reír. Las niñas te miran. Empiezas a llorar de la risa. La mujer de la guitarra te mira. Vallcarca no llega. Te levantas.
Llega Vallcarca. Sales.
El mundo está fatal.
¿No hay una opción de "me gusta"?
ResponderEliminar¿¡Qué le pasa al transporte público!?
Soy Érica, no Josep :D
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