Todos los pensamientos están sujetos por una pinza a la cuerda de tender del ánimo. Y de repente viene una frase, que es una tormenta, y se lleva algo que tu creías tan claro y tan completamente objetivo y racional.
Entonces la cuerda tiembla, y es cuando estás en estado expectante, turbado, e intentas sustituir ese pensamiento que ya no vale por cualquier otro, al que de nuevo empiezas a tirar tormentas y más tormentas sin parar.
De manera que sólo los más resistentes son los que das por válidos, aquellos que se mantienen por mucho que reflexiones, aquellos que "nada" puede derribar, y se convierten para ti en verdades objetivas.
A veces todo pasa de una manera muy rápida. A veces tienes un "arrebato de insensatez" y cuelgas algo que dura menos de lo que duraría un párrafo.
Pero a veces no quieres disparar las frases que sabes que derribarían esa teoría (probablemente por orgullo) y vas tendiendo más y más ideas que en el fondo sabes que son falsas. Y llega un momento en el que estás tan aferrado a esa mentira que temes desmoronarte si la quitas, temes que tus pensamientos se queden desnudos.
Yo creo que debemos tener siempre media cuerda de tender libre y la otra media para los pensamientos que creamos más objetivos, sin darles nunca prioridad sobre los que vendrán ni sobre los que ya han estado.
(creo que no es algo nuevo, pero necesitaba recordármelo)
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