04 enero 2010

Teoría de las plastilinas

"Tu realidad no es más que una plastilina que puedes ir manejando a tus anchas. Una plastilina que al principio es pura, de un color determinado y una forma determinada; pero cuando sales a la calle y contrastas opiniones, intercambias momentos o tienes cualquier experiencia con otra persona, es modificada, os intercambiáis un pequeño pedazo. De esta manera llegas a casa con una realidad distinta, unos pensamientos distintos.

No es malo ni raro que las personas cambien tus pensamientos. No lo es siempre que aproveches este cambio, siempre que puedas elegir con que quedarte y con que no. La plastilina que te dan al nacer no es la mejor plastilina, simplemente es la tuya. Es probable que alguien alguna vez te ofrezca un poco de la suya que es mas moldeable, o de un color más bonito y no debes negarte a ello, no puedes pensar que tus opiniones son las únicas que valen."

Estos dos párrafos los escribí hace tiempo, hará cosa de dos años, y creo que es una de las pocas cosas en las que me mantengo firme, en mi "teoría de las plastilinas", pero creo que no la aplico al mundo real. Me he dado cuenta de que mis conclusiones son (o intentan ser) objetivas; pero forma parte del id del que hablaba ayer el egoísmo y el rechazo a lo extraño, además me cuesta aplicar la objetividad a mi subjetividad.

Muchas veces me autoproclamo "mala persona" por hacer cosas mal, digamos, a sabiendas de que está mal. A veces el mal es simplemente un efecto secundario con el que no contaba y, a veces, algo que sé y asumo, es decir, un mal "premeditado". Pero es que, casi siempre, la ecuación del bien y del mal es demasiado compleja como para decir "pues hago esto" o "pues hago lo otro". Y eso es porque el resultado de la ecuación no nos interesa, la objetividad pierde la partida y hacemos lo que nos da la gana.

Pero, ¿cuál es esa constante que nos hace rechazar la realidad? y, aún mejor ¿cómo la disminuimos? ¿cuál es la ecuación de la constante? Yo creo que viene determinada por la moralidad de cada persona y por la relación que tenemos con quien sufrirá el mal.

Yo me imagino una balanza, en un lado está el mal que vamos a hacer y en el otro lado ponemos los "pesos". Si el mal recaerá sobre nosotros mismos y encima moralmente no aceptamos ese mal, no lo haremos. Sin embargo, si el mal recaerá sobre alguien ajeno (o alguien a quien odiamos) y nuestra moralidad nos dice: "hazlo" entonces sí que lo haremos. Y, entre medio, un sinfín de posibilidades.

Lo importante es que el bien es siempre el fin y el mal el medio de conseguir ese fin. Pero de eso ya hablaré otro día.


-ciencia-

3 comentarios:

  1. Nunca hay que hacer nada que sepamos que va a hacer daño a otra persona, incluso aunque sean tus enemigos, pues ese mal, se volverá contra tí.
    Todo mal que hagas, te lo estarás haciendo a ti mismo.
    Si no es por la felicidad de los demás, hazlo por la tuya propia...

    ResponderEliminar
  2. me parece que no has entendido nada...

    ResponderEliminar