29 enero 2011

El verso de tus palabras, horizonte verde. Dulce es el candor de tu boca alegre. Está fija la mirada en el cielo, atardece.

Yo mientras le susurro a una espiga el secreto de tu nombre. El viento sopla huracanado para arrancárselo, y el pobre cereal sólo sabe gritar "hazlo, hazlo".

Llegan entonces mil barcos cargados de oscuridad y de estrellas. El Sol, asustado, se esconde de ellas. No lo sabes, pero es por ti el viento, y es por ti que las nubes le siguen embrujadas por el firmamento.

Me asusta mirarte, me asusta tenerte tan cerca y no poder besarte. Me asustan los momentos a dos centímetros de tu cuerpo, a un instante de la brisa que me dejaría oler tu pelo. Me dan miedo los impulsos de arrancarte, de llevarte conmigo, de inventar un destino, de abrazarte muy fuerte en un campo de trigo.

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